11 de noviembre de 2020 · carta nº 28

a Julia Uceda, Hablando con un haya

Diana Dolea
4 min readNov 11, 2020

Hablando con un haya, de Julia Uceda (España, 1925). Pre-Textos, 2010.

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Hija de tu amada tierra, pequeña ave, cuánto nos contienen tus versos. ¡Cuánto nos mueven las ramas sobre las cuales quedó tu voz! ¡Cuánto nos hacen sentir la presencia de nuestras manos entre las gigantes copas doradas que esconden las distantes miradas! Ay, busco, ahora, a tu pájaro, también al haya que una vez te habló. Busco recorrer el mismo bosque, sentir, una vez más, lo ya sentido. Y sé que puedo regresar; dar, quizás, con el mismo camino. Descubro, presencia amada, tras 144 obras poéticas leídas, que mientras la novela me deja imágenes palpables, la poesía me entrega, en cambio, emociones espontáneas y efímeras que a pesar de lo extinguibles que son, consigo revivirlas a través de una segunda visión. En parte por eso los poemas me están resultando tan satisfactorios.

Quiero volver a leerte: volver a leer ese poema que tanto adoro, Hablando con un haya. ¡Aunque son tantos otros que me hablan (todos, diría)! Mi ser que te sueña, sigue el tuyo, y se vuela para envolverlo todo.

«¿De qué se hace un héroe? / De la fragilidad de la pureza. / De la fe en otros mundos. / Del dolor de respirar. /De la ceniza última / y de una cucharilla de café / para poner cada trozo en su sitio». (¿De qué se hace un héroe?)

«[…] Tal vez por eso hablo con frecuencia / de habitantes en rincones vacíos / de casas que viví o en las esquinas / de las que abandoné y sus caminos secretos. / Quizá crea, / tal vez erróneamente porque nada / se puede comprobar, / que en un ángulo olvidé lo que no encuentro. / Y es que en esos rincones oigo, a veces, / el gotear de un grifo. / No lo veo. / ¿Alguien espera que lo cierre?». (Grifos)

«Movidas por el viento — ¿o ellas mueven el viento? — dicen / adiós, adiós, o ven, ven, ven… / Las pombas cruzan, atareadas, de un lado a otro, con sus propios mensajes. / Y de pronto, como cansadas / de tanto musitar contradictorio, / las hojas se detienen para decir no, no… / Y parecen callar, / mirándome desde lejos, / reconociéndome, volviendo ( a murmurar entre ellas. / ¿Hablan de mí? // De nuevo / rotundos monosílabos sin lugar / a dudas ni a esperanza: ya no hablo / en su idioma antiguo. / Bajo un azul que no es azul, / la vida de lo verde quemándose, / caminando a su barro, / a su humedad profunda, / a su retorno al vacío / en el que todo es uno nuevamente». (Hablando con un haya)

«Mientras los fulmar en su fase clara / planean o derivan como boyas despiertas, / y los charranes, con un grito aterido, / se lanzan a pescar lo descuidado, la gaviota sombría que abandonó los barcos / que el berilo del sol alza en la tarde, / en su lejano y solitario andamio / contempla el mar del tiempo. Para ella / sobre el topacio gris o cuarzo iluminado / que agitan criaturas de distancia / no hay palomas zuritas, / no hay calandrias ni alondras, / sino un hondo horizonte. Y luego otro horizonte / lo mismo que el de dentro: que el de siempre». (Pájaros y gemas)

«No morir en un mundo de silencio, / me digo. / No morir en un mundo sin palabras, / de voz en blanco y negro / o sólo en negro, quietas, titilantes / del fuego de las bocas, / de los aires del corazón sin voz. / Silencio. […] / Traspasar la palabras: herirla / de todo lo que viva y sea y se disuelva en el pozo que ya no necesita / sonidos: al lugar al que sólo / la palabra nos lleva nutrida del secreto / de lo que no se dijo todavía». (Palabras)

«[…] Aparta, hermana oscura, / tus manos, tu fantasma. Tus ecos sin sonido / agujerean el clamor insomne / de la luz donde las armas / cruzan su frío en las constelaciones, / y un guerrero, sin reposo ni tumba, / sobre la piedra erguido, / anuncia la llegada del tiempo. / Muda hermana, / aparta tu afición y tu costumbre / de mirarme desde detrás de cada árbol, / de señalarme hacia lugares donde / nada me espera todavía. / Tu día aún no ha llegado». (Pasando)

«[…] Lejana, impersonal, la mitad ausente. / La imagen de la ventana es recortable. / De ella poco se sabe aunque conozca / ser la parte de un todo. Figura plana, / de papel florentino, tal vez se crea que camina / por lo que pudo ser, / por corredores en que la buscaban. / Pero el papel que es ella ahora / está pegado a la ventana / y nunca más se moverá de allí / sino en los sueños apagados / de las fibras que hicieron su materia. Y así / hasta el final en que una noche / le llegará una voz. Y aun estando abrigada para todo, / tendrá frío». (Ventana)

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Diana Dolea

𝐏𝐨𝐞𝐭𝐫𝐲 𝐭𝐫𝐮𝐥𝐲 𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐮𝐩 𝐦𝐲 𝐬𝐨𝐮𝐥.